Apoteosis.

El mundo es una locura,va y viene sin tener razón alguna y ¿Quien no lo estaría,al estar en su mismo regazo? Esta lejos de ser una pesadumbre, más bien, así hemos aceptado a aquellos quienes conforman nuestro alrededor y parecemos risibles.

Cuando mantienes la boca cerrada algunos se atreven abrirla para hablar con prepotencia ,con la sutileza perdida; siendo grotesco como grosero ,que acabas riendo de sí mismo.

En esta parte del mundo inconforme e incomprendido a la vez,debes convenir en su agravio y oprobio para ser parte de su insolencia,de su entorno adolecido,de sus inquietudes desmesuradas y de sus propias flagelaciones.

Una cuasi eterna ignorancia que encuentra luz en la mente dispersa,que en ocasiones blasfema y cada uno lleva el rol que desea mostrar en su ingravidez,como un oscurantismo que permanece sumiso en cada albor.Cada quien en su careta con un velo de suposiciones para reconocerse uno de otro,con un papel distinto bajo otro seudónimo.

Escuché decir:

«En la faz de la tierra mientras oscurecen los campos de batalla y los que han perecido empiezan a heder,la sangre se ah vertido sobre los ríos,las mujeres lloran su desgracia y los hombres que han sobrevivido se preparan con el arma a su diestra para seguir con la guerra.

Bajo la sombra de la noche y de la bruma espesa,se intenta conciliar el sueño; ahí donde se escuchan disímiles llantos del hijo que pide su alimento,la vida concedida se perderá en el temor batiente».

Hemos apresurado el paso de un lado a otro, hasta donde nos permite nuestra sensatez pero,en nada a dejado de cambiar y en este lugar a diferencia de cada uno de nosotros,se levantará un profeta que desdiga toda verdad impuesta y si, conjeturando sea parte de esta incongruencia,aunque sea una contradicción,tenga para sí las puertas de este lugar abiertas.

«Cuando la guerra acabe, entonces veremos los campos florecer en un nuevo canto de quienes perecieron en estas lejanas tierras, y los ríos se cristalizaran por sí mismos arrastrando lo impío en su cauce.

Y nos alegraremos de que todos los males hayan partido y que puede regresen nunca más;nos atreveremos a mirar un cielo abierto, para esperar tiempos venideros, fructíferos y de gozo.

Y cuando llegue la noche nueva con su estela de pardas y lejanas luces,el viento soplará con tranquilidad,seguirán las llamas encendidas por la leña y habrá alimento para todo día;y los rostros de los que han muerto se dejarán ver en los pequeños nacidos para dejar atrás la guerra que sucedió y se afrento».

Y sí vieran el vestigio de un caminar en su trayecto,es presumible este disfraz oligargico entre la multitud en la que me encuentro,ríen,gritan y padecen en su llanto;la festividad es contagiosa locura y parte de un desenfreno,vamos con perplejidad a nuestra confrontación con la voluntad que languidece y flaquea,sin permitirnos un momento de descanso para reflexionar.

Es verdad y es cierto nadie niega que nos falta por comprender.

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